Gárgolas insomnes

Enero 16 de 2005

Es sábado por la noche y el autor escucha la radio cuando la locutora en turno, al regreso de sus vacaciones en el limbo, habla con renovado entusiasmo y singular optimismo del éxito pretérito, el futuro promisorio y el presente envuelto para regalo; dice que todo es muy lindo, que la vida es rosa, y enuncia su deseo de gran felicidad, amor, prosperidad y salud para el año que empieza. Bah. Todo está muy mal, piensa el autor; la vida es un fracaso y el mundo es una mierda. Ser cada vez mejores, propone la locutora; hay que olvidar lo malo, dejarlo atrás, enterrarlo en el pasado. ¡Borrón y cuenta nueva! Claro, claro, replica el autor; sólo hay que recordar lo bueno, lo bonito; lo demás está de más y, además, es lo de menos; es más, que se mueran los feos y, en especial, los que padecen de memoria obsesiva y rencorosa. ¡Que viva la amnesia!

Bajo tierra en abundancia y con harto tiempo andando y desandando su paso en el camino de ida y vuelta, las heridas abiertas manan sangre aún y si algo aburre al autor que bosteza de hastío son los lugares comunes y la demagogia. ¿De qué habla esta mujer?, se pregunta en el instante que ocurre la náusea. ¿Es que no está enterada de nada o le importa un carajo el drama que vive la humanidad?

El pesimista, dice Mario Benedetti, es un optimista bien informado y, mientras la locutora cuenta con alegría que, al nacer el día, los pajaritos cantan, las flores florecen y los niños juegan, contamos con bastante información para documentar nuestro pesimismo. El aguafiestas es el título de una biografía de Benedetti, por cierto.

Demasiada tolerancia, para mi gusto, piensa el autor al apagar el radio. En todo caso, prefiero el sabor amargo de la cruda realidad a la cursilería empalagosa del autoengaño y, sobre todo, a la cobardía del autismo -le dicta su otro yo. A pesar de la pesadumbre, sonríe con sorna y corrige: había escrito locura en lugar de locutora.

[] Iván Rincón 09:37 PM

Enero 10 de 2005

Después del maratónico festejo por "ochenta años de la primera señal educativa y cultural de México", Radio Educación ha tenido por lo menos dos cambios en su programación habitual. Uno de ellos sería una triste pérdida para el público adulto, en caso de confirmarse, y el otro es una alegre ganancia para el público infantil. En el lugar que ocupaba Piel de asfalto los sábados por la noche, hay música, y también los sábados, pero por la mañana, regresa De puntitas.

Producido por Guadalupe Sánchez López, con la musicalización de Vicente Morales y las voces de Rafael Angel Rocha y Susana Salazar, Piel de asfalto era un relato dramatizado sobre la vida cotidiana en la Ciudad de México y un acercamiento a la literatura mexicana de nuestros días. Su guión era elaborado a partir de la selección de textos completos o fragmentos de autores como Juan Villoro, Cristina Pacheco y Vicente Leñero, entre muchos otros.

"Deseamos inocular en la sangre del radioescucha -decían los realizadores- la necesidad insaciable y vital de recorrer litros de tintes en sucesión. Hacer un alto para crear una morada en el tiempo donde acoger a los ordenadores del caos: los escritores, que nos alivian el tedio y la masificación".

Cuando contaba con la actuación de Sabrina Gómez Madrid, la más bella voz que ha tenido Radio Educación, Piel de asfalto era mi programa preferido. Siempre que pude lo grabé, así que tengo copias de unas cuarenta emisiones, en su mayoría espléndidas.

Al lado de Emilio Ebergenyi, Sabrina Gómez fue conductora de La hora nacional (nadie es perfecto), en donde su estilo sonaba plano en comparación con la elocuencia histriónica y la sensualidad que transmitía en Piel de asfalto, pero recuerdo a su favor la ocasión en que hablaron del "horario de verano", Emilio con aceptación oficiosa y ella con sentido crítico.

Ahora de regreso a las 9:30 de la mañana, De puntitas era un programa de calidad excepcional para niños, producido por Martha Romo con la conducción de Maite Ibargüengoitia y Emilio Ebergenyi. Martha Romo había sido directora de Radio Rin, la única emisora en Latinoamérica dedicada por entero al público infantil, hasta que la Secretaría de Gobernación, a través del Instituto Mexicano de la Radio, decidió eliminarla. Otro precedente es El rincón de los niños, que produjo Rocío Sans en Radio Universidad de 1972 a 1982 con la conducción de Ana Ofelia Murguía, Germán Palomares Oviedo y Jorge Humberto Robles; este programa tuvo también como conductores, aunque menos duraderos, a José González Márquez y Carlota Villagrán, y fue retransmitido por Radio Educación durante los años siguientes. Carlota Villagrán participó después con Carmen Limón en La costra porosa, un olímpico pitorreo como caricatura de la política en México, producido por Olga Durón hacia finales de los ochenta.

Aunque De puntitas nunca daba créditos por las canciones, llenaba un poco del vacío que había dejado la muerte de Radio Rin, al transmitirse de lunes a viernes. Piel de asfalto, en cambio, no tendría sustituto alguno, como tampoco lo tuvo Cachivaches, otro programa realizado con creatividad desbordante, producido en este caso por Edmundo Cepeda y al aire durante más de una década, que desapareció por haber "cumplido su ciclo", como suelen decir las instancias de decisión en la emisora a falta de razones. Espero equivocarme.

[] Iván Rincón 10:08 PM

Enero 6 de 2005

Por recomendación médica y decisión propia, he librado una lucha encarnizada contra el deseo de beber desde agosto, para que descanse al menos dos meses el hígado, entre otros órganos, y ahora que por fin lo he logrado, gracias a la tenacidad, la fuerza de voluntad y la capacidad de sacrificio, después de tantos intentos como recaídas en momentos de vergonzosa debilidad, una vez ganada la batalla y pasado el trago amargo de la abstinencia, para quitarme el sabor que ha dejado en mi boca, nada me apetece más que sentarme a la mesa de nuevo a tomar con entera libertad y singular confianza... un buen café.

¡Basta de privaciones!

[] Iván Rincón 4:25 AM

Diciembre 31 de 2004

Termina un año de tragedias para la humanidad, un año en el que nos familiarizamos con ellas, por ser algo cotidiano, y aprendimos a nombrarlas, una vez más. Palabras como exterminio y masacre, invasión y matanza, genocidio y barbarie, han sido el signo de los tiempos, la constante, lo de siempre, lo "normal", hasta parecer sinónimos de naturaleza humana y hasta que la devastación, el desastre, la catástrofe irrumpe con el nombre de tsunami, ola gigante causada en este caso por un terremoto. Como si no tuviéramos bastante con la ciudad de Fallujah o la región de Darfur, con la escuela de Beslan o la estación de Atocha, la bestia que llamamos 2004 ha dado un coletazo de agonía sobre las costas del océano Indico en doce países de Asia y Africa, arrasando todo lo que se encuentra a su paso. Como si no fuera suficiente la pandemia del sida y la hambruna, miles de cadáveres al aire libre amenazan con el contagio de su descomposición, es decir, con extender la ola de muerte y destrucción ahora en forma de enfermedades. Como si no resultara demasiado un millón de minas antipersonales en Sri Lanka, el maremoto las ha desenterrado para que naden entre los restos humanos y las prótesis, o esperen bajo los escombros. Vaya un fin de año macabro. Vaya caudal heredado al año entrante... y los siguientes.

[] Iván Rincón 11:01 PM

Diciembre 26 de 2004

Cuando soñamos que soñamos está próximo el despertar (Novalis). Imaginen una toma de conciencia suplementaria, un paso más hacia el despertar: el que lo efectúe no será ya otra cosa que un fantasma (Cioran). Frente a la pesadilla, no basta despertar. La vigilia puede florecer en el sueño (Subcomandante Marcos).

Con la epidemia de insomnio que padecemos aquí, algunos confunden el rumor del viento con el paso del tiempo a través de la memoria y la ventana. Los recuerdos emergen del olvido, entre polvo acumulado y telarañas, como sombras del pasado, como fantasmas en la oscuridad del abismo y la profundidad de la noche, como rastros del sueño. La mirada ventila su pálida sustancia y la esparce por el aire. Abundan las obsesiones y los rencores en el síndrome de abstinencia, espejo de piedra, cuando el vampiro desvelado tiene sed de sangre, pero hace falta el vino escanciado al calor de la escritura y el debate.

Un grito estremece las aguas del remanso en donde yacen las ilusiones y duermen los muertos de pena. El laberinto es un lugar sin tiempo, un espacio lleno de vacíos y silencios, poblado de sonámbulos. El minotauro ha muerto. Camino del crepúsculo al amanecer por un dédalo de calles desoladas bajo balcones y ventanas de vetustos edificios con humedades y grietas, pérgolas y gárgolas... prolongación de la pesadilla. He roto el círculo de soledad y ahora es una espiral de odio.

[] Iván Rincón 3:16 AM

Diciembre 13 de 2004

Con excepción de sus rostros y algunas actitudes corporales, George Wacala Bush y Condolezza Rice son tan diferentes a los simios que la comparación ofende... a los simios, por supuesto.

Si los homínidos representan la evolución del género primate hacia la humanidad, personajes como los mencionados son especímenes representativos de la involución humana, del capitalismo salvaje a la barbarie, del avance inexorable hacia la destrucción del mundo. A diferencia de la bestia del caos, su locura genocida y su tiranía legitimada por la imbecilidad, entre los simios no existen mafias, ni criminales de guerra; entre los simios no es posible semejante animalidad. Por el contrario, se trata de seres inteligentes y sensibles que, dentro de los límites de su condición natural, valoran la vida, la cuidan, se respetan y respetan a los demás habitantes del planeta, incluyendo a los árboles y las plantas. Bush el pequeño, en cambio, pretende talar los bosques para evitar que se incendien.

También es un insulto llamar gorilas a los militares represores, a los terroristas de estado, a los señores más brutales del poder, pues los gorilas no usan la fuerza física para oprimir al prójimo o reprimir el disenso, ni son asesinos en masa.

En fin; además de las caras, Bush y sus esbirros no tienen nada de monos.

[] Iván Rincón 5:23 AM